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« : 26 de Septiembre de 2008, 16:44 » |
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Aprovechando, hay una prueba reciente del día de hoy en la revista autopista.es
Puede que con este auténtico vagón con locomotora integrada no le devuelvan el dinero si sale con retraso o llega con demora. Lo primero dependerá de la diligencia doméstica; lo segundo, del tráfico. Pero por autonomía, comodidades y eficacia mecánica, a este Peugeot 807 HDi podríamos calificarle como un “AVE” familiar del asfalto, que acaba de actualizarse junto a sus otras tres líneas regulares de distintas compañías asociadas (Citroën C8, Fiat Ulysse y Lancia Phedra, con los que comparte base).
Hace unas semanas ya probamos este renovado modelo, y su novedad más importante -un poderoso Diesel biturbo 2.2 de 170 CV-, bajo logotipo Citroën. Ahora acudía a nosotros como Peugeot y en casi idéntica versión. Así que esta vez le sometemos a otro test, la prueba del algodón para todo monovolumen que se precie: un viaje familiar de 1.500 kilómetros con cinco pasajeros y equipaje incluido.
El arte de viajar Antes de subirnos advertimos con esfuerzo su discreta evolución. Lanzado en 2002 como sustituto del 806, el Peugeot 807 conserva ahora básicamente su misma imagen, pero añade nuevas líneas cromadas, un león sobredimensionado en la calandra y mayores neumáticos –en medida 215/60 R16-. Abrimos puertas y descubrimos el mismo amplio y elegante habitáculo que, a pesar de la veteranía, sigue a muy buena altura.
Ni longitud, ni batalla, ni diseño varían, y tampoco su refinado acabado, reforzado además con revestimientos en cromo. En este nivel superior Executive no faltan tejidos aterciopelados o guarnecidos en Alcántara, ni un gran equipo de serie, con controles de estabilidad, faros de xenón, climatizador con salidas traseras de aire y hasta airbags de cortina para las tres filas de asientos de esta versión de siete plazas (en opción serían ocho con una última banqueta de tres asientos en vez de dos individuales). Nos gusta la configuración, mejor que la Capitan Chairs probada en el C8 con tres filas de sólo dos asientos cada una.
Ahora, en este Peugeot 807, cinco personas viajan cómodamente sin necesidad de facturar equipaje… pues teóricamente podemos contar con todo su maletero. Y decimos teóricamente, ya que nuestra intención es eliminar las dos últimas plazas para ganar espacio de carga. Sin embargo, y aunque la operación es sencilla, los asientos pesan mucho -unos 20 kg cada uno- y no pueden ocultarse; para prescindir de ellos, hay que dejarlos en casa. ¿Y si en nuestra visita familiar los necesitamos? Decidido, nos los llevamos. Por si acaso.
¿Qué opinas? Deja tus comentarios; los más interesantes se publicarán en la revista Autopista. Si lo prefieres, debate esta noticia en nuestros foros. Con su configuración de siete plazas, el maletero del Peugeot 807 no es muy grande pero como, además de extraerse, todos los asientos se abaten, se pliegan hacia delante y se desplazan en longitud, buscamos la posición más avanzada de la tercera fila (400 dm3 así de capacidad de maletero) para introducir nuestras maletas de mano. El piso plano de todo el habitáculo permite dejar bolsas entre las filas, y no faltan tampoco cajones, ni enormes guanteras en el salpicadero. Hay mucho hueco de almacenamiento, así que, al final, entra todo.
Podría mejorar en ergonomía de conducción, reflejo de su veteranía, pero este Peugeot 807 es, en conjunto, un gran monovolumen… y no hablamos de tamaño. Grandes notas en confort de viaje, motor y comportamiento para su volumen. Además, por equipamiento y potencia, su precio es competitivo. Más asequible que un Renault Grand Espace y que sus hermanos Citroën, Fiat y Lancia, se aproxima a lo que cuesta un Kia Carnival o un SsangYong Rodius.
Arrancamos. La postura de conducción es alta y erguida, casi tipo furgoneta, y la ergonomía de algunos mandos –ubicados por detrás del cómodo cambio sobreelevado- y del reposapiés izquierdo –prácticamente sobre el paso de rueda- no ha mejorado. Pero con las regulaciones de volante y asientos (eléctricos los delanteros) encontramos una posición confortable, percatándonos rápido de nuestro mejor aliado: el motor.
Doble turbo, gran respuesta Como ya contamos en el Citroën C8, este bloque 2.2 HDi dispone de dos turbocompresores de pequeña inercia. El primero asegura la respuesta a bajas vueltas, mientras que el segundo entra paralelamente en acción, entre 2.600 y 3.200 rpm según la carga demandada y la temperatura, para asegurar luego unos buenos medios y altos regímenes. El empuje y la suavidad que proporciona a las dos toneladas de peso que debe arrastrar es excelente, moviendo en autopista sin esfuerzo, e incluso en repechos, una sexta relación muy larga que por encima de 120 km/h sitúa el régimen de giro de este 807 bajo las 2.300 rpm. De viaje, casi parece automático.
Posiblemente por su mayor rodaje, este moderno 2.2 HDi biturbo ha superado en el Peugeot 807 el rendimiento dado anteriormente en el Citroën C8. Casi 15 CV más de los anunciados y grandes cifras de par desde antes de 1.500 rpm –y hasta pasadas las 4.000- corroboran el poderío de esta mecánica desarrollado conjuntamente entre PSA y Ford.
Comparando aceleraciones y adelantamientos –excelentes-, el Peugeot 807 2.2 HDi es, sin duda, de los monovolúmenes más eficaces de su categoría. El aislamiento de rodadura, el aplomo y el confort de suspensiones –con amortiguadores y estabilizadora trasera específicos- añaden también máxima comodidad. Podríamos ir “a 200” todo el camino sin enterarnos, pero observamos el velocímetro –que obliga a apartar la mirada del asfalto por su ubicación sobre la consola central- para bajar ritmo y conservar el carné. En curvas, el volumen del Peugeot 807 se hace más patente, pero con una dirección precisa y un comportamiento noble basta moderar la velocidad para mantener el vuelo rasante.
¿Y que hay detrás? Los pasajeros viajan a gusto, con mucho espacio y sólo lamentan no contar en esta unidad con el equipo opcional trasero de DVD que les amenice el trayecto. Cortinas en todas las ventanas, bandejas abatibles tipo avión y mucho hueco de almacenamiento refuerzan la funcionalidad a bordo.
Tras más de cinco horas, llegamos a destino. Turno ahora de movernos por ciudad. Nuevamente reluce su envergadura, sobre todo en espacio necesario para aparcar. Pero su buena visibilidad y el sensor de aparcamiento delantero –que se une en esta renovación del 807 al anterior trasero- facilita los movimientos; como también sus puertas traseras deslizantes y de apertura automática por mando y botones en la fila delantera y en los paneles traseros, similar a la de los Chrysler Grand Voyager o Kia Carnival. Mejora el acceso y facilita la apertura en espacios reducidos.
Dejamos el equipaje y suben dos pasajeros más, niños esta vez. Y se adaptan sin problemas en la tercera fila –menos mal que decidimos no dejarla en casa-, aunque la altura es algo justa y comprometería en mayor medida a dos adultos. “¡Casi no te vemos!”, gritan desde atrás. Nosotros, sí. Desplegamos el espejo retrovisor de vigilancia para que todo discurra sin problemas.
Días de asueto y regreso. Otra vez cinco pasajeros, más equipaje y la misma comodidad de viaje. A medio camino, la reserva. “¡1.000 km sin repostar!”, advertimos. En total, nuestro Peugeot 807 2.2 HDi cifra 8,8 l/100 km de media durante el trayecto, un dato hasta un litro menor que sus rivales en tamaño y potencia. Pero, claro, su excepcional autonomía la marca su depósito de combustible, enorme con sus 80 litros de capacidad. Así que desembolsamos cerca de 100 € para concluir nuestro agradable trayecto familiar. Recomendamos llenarlo a principios de mes.
Lo mejor — Motor y prestaciones — Confort de viaje — Gran equipamiento Lo peor — Ergonomía de algunos mandos — Altura en 3ª fila de asientos — Peso de los asientos
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