Más impresiones sobre el conjunto motor + caja de cambios:
La nueva caja automática no solventa lo ya observado por otros foreros respecto a una pereza inicial a bajas revoluciones. Aunque Renault cuenta que la gestión de la caja automática en primera velocidad favorece el inicio de la marcha, es necesario acostumbrarse a acelerar un par de décimas de segundo antes de lo que sería normal.
Al menos a partir de ahí todo mejora. El motor sube de revoluciones de forma muy lineal y constante, como si fuera eléctrico. A esa impresión ayuda la caja de cambios, que hace las transiciones entre marchas (6 hacia delante) sin que te enteres. Y esto también sirve para el cambio en secuencial. Todo parece enfocado hacia la filosofía global del vehículo: la comodidad y el placer del viaje en común con más gente.
No me gustaría que interpretaseis que el coche no anda. Todo lo contrario, lo hace y mucho. Es incluso demasiado fácil abandonar los niveles de velocidad permitidos, tanto por el bajo nivel sonoro del motor, como por la suavidad del conjunto y, no lo olvidemos, porque la caballería es abundante. El motor parece querer estirarse más allá de las 4.000 revoluciones en cuanto se lo insinúas (no mucho por ahora, por si acaso) y la entrega lineal de potencia no te sobresalta en ningún momento.
Encuentro a este conjunto mecánico totalmente antagónico a, por ejemplo, el motor del grupo VAG 2.0 TDi 170 CV con cambio DSG. He tenido ocasión de probarlo en un VW Touran, y las impresiones fueron muy distintas: La entrega de potencia de éste desde el inicio de la marcha es explosiva (incluso demasiado en maniobras a baja velocidad); según aumentas revoluciones, la sensación se racionaliza, pero entre la primera impresión y el elevado ruido del motor, todo parecía más “racing”, tanto para lo bueno (deportividad muy enfocada al conductor, sobre todo en el estupendo cambio de marchas como incluso en nivel de amortiguación) como para lo menos bueno (las cervicales y la sensación de equilibrio y comodidad de tus acompañantes).
Volviendo al Espace, otra observación que supongo que será debida al turbo de geometría variable: Cuando el motor recupera velocidad más allá de 3.000 revoluciones, el sonido (siempre bajo) tiene “calidad” de motor importante; sin embargo, cuando lo hace entre 2.000 y 3.000 revoluciones, suena de fondo un tono que no es como un silbido, sino más bien como un traqueteo metálico. Aunque en ningún caso es molesto, al menos a mí me ha parecido significativo.
Y una penúltima nota: otra evidencia más del carácter que Renault parece querer dar al coche es el grado de presión a aplicar al pedal del acelerador. Para provocar un salto brusco entre marchas en automático ante una necesidad puntual de potencia hay que pisar el acelerador sin miramientos, incluso con demasiada fuerza para vencer una resistencia al final de su recorrido. Ya, ya sé que esto es lo que los fabricantes denominan “kick down”, pero en los otros coches automáticos que he tenido era mucho más fácil provocarlo.
En fin, que ya seguiré contándoos. Aunque intento ser analítico con el coche para lo que os pudiera servir, no quiero terminar sin dejar de transmitiros que hasta ahora estoy muy satisfecho con el Espace (y eso que todavía estoy luchando en mi entorno familiar, de amistad y laboral contra la –ignorante- calificación de “furgoneta”). Que nos quiten lo bailao. Un apunte final negativo: estoy muy decepcionado con los faros de xenón. Las luces de cruce me parecen claramente insuficientes, no sólo respecto a la expectativa que me había creado respecto a este tipo de iluminación, sino también comparándolo con la mayoría de vehículos con alumbrado convencional que había conducido hasta ahora. Cuando tenga un rato me acercaré al concesionario para que me revisen (si es que es posible) la altura a la que se sitúan de modo automático, no sea que exista alguna disfunción.
Saludos.