Hay tres clases en España. La clase activa, que paga todas las facturas, la clase pasiva, que sobrevive y la casta política, que cobra por vigilar el piloto automático. Se calcula que hay 8 millones de pensionistas, 4 millones de parados, y más de 1 millón de militantes políticos activos. Con sus respectivas familias. A grandes rasgos, la nómina mensual de las pensiones, contributivas y asistenciales, importa 7.000 millones de euros. La factura del paro que deja la crisis financiera es de 1.500 millones de euros al mes. En total, un tercio del gasto público se destina a la clase pasiva.
El ex presidente del gobierno José María Aznar insiste en que la solución a la crisis económica estriba en bajar impuestos a los empresarios, y reducir el gasto público, y muy especialmente el llamado gasto social. Una receta tan sencilla como eficaz. Sólo hay un pero. ¿Qué hacemos con las otras dos terceras partes del gasto público? Las CCAA se van a comer el 40% de los ingresos del Estado. Una parte de ese dinero sirve para remunerar prebendas y comprar lealtades. En todas las regiones y municipios, más del 50% del PIB depende del capricho de los políticos locales. Podíamos leer en la prensa este fin de semana que hay 1200 coches oficiales con chófer en las comunidades, y 1100 en el Gobierno central. Una “inversión” de 100 millón de euros, y otro tanto para correr con los gastos de mantenimiento y la propia nómina de los conductores.
Los hombres políticos de primera fila se distribuyen entre la Cámara española de representantes, los gobiernos autonómicos y sus respectivos parlamentos, las 100 principales ciudades y las 45 cajas de ahorros. Unas 5.000 personas. A ese contingente, hay que añadir unos 10.000 altos cargos nacionales y locales. Lo más alarmante no es enterarse por la prensa que casi todos cobran más que el propio presidente del gobierno y gozan de más privilegios, sino de lo que nos cuestan sus decisiones. Especialmente, cuando llegan los rigores de la crisis, y entre todos no son capaces de articular UNA sola solución válida. Pagar una nómina de 2000 millones de euros no es tan caro como el gasto descontrolado que genera ese colectivo en beneficio propio. ¿Y a cuanto puede ascender la manutención de todo el “ejercito” de militantes y sus familias? Entre 40 y 50.000 millones de euros, si toda la pirámide “saca tajada” en relación a su rango.
¿Crees que la crisis está acabando con el mito de que los políticos son necesarios? ¿Constituye la casta de los políticos una administración paralela cara e ineficiente? ¿Cada persona activa abona 3 pagas: una por los servicios prestados, otra para los pensionistas, y una tercera para los políticos? ¿Puede permitirse España tener 15.000 “dirigentes” y 50.000 “capataces” políticos más incrustados en todas las instituciones? ¿Se pueden reducir los impuestos a la clase activa, como propone el ex presidente Aznar, sin que la clase política se rebaje el suelo o deba justificar los gastos que ocasiona? ¿Propone que paguen los “pobres”?